LA MEDITACIÓN 3
EL FLORECIMIENTO DE LA MEDITACIÓN I
La meditación no es simplemente una técnica. No la puedes aprender.
Es un crecimiento en tu vida total. No la puedes añadir a lo que eres.
Sólo aparece a través de una transformación básica, una mutación.
El crecimiento, como el amor, siempre viene del total.
Al silencio cotidiano se le conoce como un estado negativo, algo vacío, la ausencia de sonido. Este error existe porque muy pocas personas han experimentado el verdadero silencio. Lo único que han experimentado es la ausencia de ruido.
El verdadero silencio es un fenómeno completamente distinto. Es completamente positivo. Es existencial. No es vacío. Se desborda con una música que nunca has oído, con una fragancia que no te es familiar, con una luz que sólo se puede ver por los ojos interiores.
No es nada ficticio; es una realidad que siempre está presente en todos, pero nunca lo miramos. Tu mundo interior tiene su propio sabor, su propia fragancia, su propia luz. Es completamente silente, eternamente silente. Nunca ha habido ningún ruido. Ninguna palabra lo puede alcanzar.
Lo que pasa alrededor del ojo un ciclón no lo afecta. El ojo es el eterno silencio.
En la meditación, tú eres el ojo del ciclón, pero no posees el silencio. Eres el silencio. El silencio te posee a ti. El silencio de la meditación es tan profundo que no hay nadie, ni siquiera tú. Tu presencia lo destruiría. Ese silencio, que nace de la meditación, te aporta la verdadera sensibilidad, amor, compasión, alegría y un sinfín de bendiciones.
El mundo es nuestro, las estrellas son nuestras; no somos forasteros aquí. Pertenecemos intrínsecamente a la existencia; somos el corazón de la existencia. Con la meditación nos hacemos tan sensibles, que una brizna de hierba adquiere gran significado.
Vemos que esta brizna de hierba es tan importante como la más grande estrella; sin ella la existencia sería menos de lo que es. Esta pequeña brizna de hierba es irreemplazable, tiene su propia individualidad. Todo esto lo vemos en el silencio.
La sensibilidad creará nuevas amistades para ti –amistades con los árboles, con los pájaros, con los animales, con las montañas, con los ríos, con los océanos, con las estrellas. La vida se hará más rica a medida que se desarrolle la gran sensibilidad de la meditación.
Con la meditación profunda, eventualmente sentirás surgir en ti un gran amor que nunca has experimentado antes, una nueva cualidad de tu ser, una nueva puerta que se abre, una nueva llama que querrás compartir.
Con la meditación, una cualidad sutil de silencio entra en ti. Desaparecen los pensamientos; aparecen espacios vacíos -el silencio. Tocas tu profundidad. Empiezas a experimentar el amor benevolente nacido de la meditación, no de la mente.
Millones de parejas alrededor del mundo están viviendo un amor falso, nacido de la mente. Se sienten frustrados, aburridos e infelices porque están intentando lo imposible. Quieren que su amor sea eterno, pero eso es imposible, porque el amor que sale de la mente nunca puede tocar lo eterno.
Deja que florezca en ti el amor que nace de la meditación. Deja que tu amor crezca en el sentido vertical -sin mente, sin tiempo- y verás que el verdadero amor es eterno, es incondicional y no está dirigido a nadie en particular. No puede estar dirigido a nadie en particular porque no es una relación; es una cualidad que te rodea. No tiene nada que ver con el otro. Eres el amor; el amor es tu fragancia.
A través de la meditación, se puede conocer la verdadera compasión.
Cuando tu amor no es solamente el deseo por el otro, cuando tu amor no es solamente una necesidad, cuando tu amor no pide nada a cambio, cuando tu amor sólo quiere dar y compartir, cuando tu amor quiere que el otro no sufra, experimentarás la verdadera compasión.
En la vida cotidiana te sientes alegre si te enamoras, si tienes dinero o si acabas de comprar una bonita casa. Sin embargo, estas alegrías no son duraderas. La alegría causada por algo impermanente será momentaria y cuando desaparezca, te causará una profunda tristeza.
Hay otro tipo de alegría, que nace de la meditación.
Si de repente sientes una gran alegría que no tiene ninguna razón de ser y no puedes contestar la pregunta, ¿por qué estás feliz?, has encontrado la verdadera felicidad.
Esta felicidad es duradera. No se puede perder. Pase lo que pase, continuará a través de los años y a través de las vicisitudes de la vida. Que seas joven o viejo, rico o pobre, solo o acompañado, vivo o moribundo, la alegría siempre estará allí en tu corazón.
Así se acaba la tercera enseñanza en la serie de la meditación.
Como siempre, agradecemos cualquier pregunta que tengas al respecto.
Con amor, compasión y alegría